Por Víctor Manuel Salcedo, Representante a la Cámara.
Con Gustavo Petro en el poder, la descentralización regional es más necesaria que nunca. Sobran los motivos para que el país desarrolle e implemente con todo rigor la descentralización, por ejemplo, la decidida intromisión del Presidente en frenar la construcción del metro de Bogotá, también la provocadora y discriminatoria reunión en Casa de Nariño con solo 14 de los 32 gobernadores electos por la ciudadanía el 29 de octubre, aspectos que evidencian de forma clara por qué es importante que cada vez más las regiones cuenten con mayor autonomía administrativa y sobre todo fiscal.
El centralismo colombiano se ha degenerado a tal nivel que el dinero que proviene de las regiones y que alimenta las arcas del poder central, se usa para pagar y financiar marchas con el objetivo de alabar y exaltar la cabeza del centralismo, el Presidente de la República y de presionar al poder legislativo para que apruebe sus propuestas de reforma, vaya lógica nefasta.
La consolidación de la descentralización regional aporta a la construcción de democracia porque fortalece el equilibrio de poderes en cuanto las regiones no tendrían que depender en un amplio porcentaje del poder central, aspecto necesario en tiempos de presidencialismos egocéntricos y poco dados al consenso.
No es coincidencia que voces como la de Andrés Julián Rendón, recién elegido gobernador de Antioquia, estén planteando la realización de un referendo para que los tributos que pagan los colombianos se queden en las regiones. La Nación recibe algo más de $100 billones por impuestos a la renta y patrimonio y solo les devuelve $56 billones a las regiones vía transferencias, se lee en su cuenta de X.
De todas las formas se ha evidenciado que la concentración y centralización de poder no trae nada bueno, no mas hay que ver como los alcaldes y gobernadores tienen que desplazarse hasta Bogotá para cabildear presupuesto con el que puedan desarrollar obras en sus regiones, nada más grosero para la ciudadanía que en una actitud de ruego se tenga que venir ante el poder central para que decida mirar con piedad y otorgue lo que se necesita en las regiones, definitivamente este modelo debe cambiar.
Es hora de desarrollar con todo rigor los artículos 1 y 287 de la Constitución en cuanto a la autonomía de las entidades territoriales, el artículo 287 establece que las entidades territoriales tendrán los siguientes derechos 1. Gobernarse por autoridades propias. 2. Ejercer las competencias que les correspondan. 3. Administrar los recursos y establecer los tributos necesarios para el cumplimiento de sus funciones. 4. Participar en las rentas nacionales.
También es necesario mencionar la importancia la Misión de Descentralización, instrumento creado mediante el decreto 1665 de 2021 y que tiene como objetivo elaborar los estudios técnicos e insumos en materia de descentralización que permitan evaluar el modelo actual y presentar iniciativas constitucionales y legislativas, para definir y ordenar la distribución de competencias entre la Nación y las entidades territoriales.
Lo anterior para evidenciar que el debate sobre descentralización es más necesario que nunca y que desde la misma Constitución Política y otras disposiciones normativas existe el mandato de avanzar en ello.
Es hora de cambiar de perspectiva y no intentar resolver los problemas de cada región desde la observación centrista de la capital, cada departamento del país cuenta con sus propias dinámicas y no todos tienen las mismas necesidades, ni problemas que resolver. Fijar políticas para implementarlas de forma única y general en todo el territorio nacional no es eficiente y reduce los efectos positivos esperados.
