En el país ya nos hemos escuchado. Ahora, es momento de sacar adelante las iniciativas que nos traigan bienestar y estabilidad de largo plazo. Nuestra motivación, es Colombia.
Por Erasmo Zuleta Bechara.
“El hombre es un animal que negocia” decía el padre de la ciencia económica moderna Adam Smith, entendiendo que en una sociedad necesitamos de bienes o servicios que otros nos proporcionan y a lo largo de nuestras vidas requerimos la “cooperación y asistencia de grandes multitudes”. Pues bien, hoy más que nunca por el bienestar y progreso de nuestro país necesitamos de más diálogo, entendimiento y resultados, siempre con una consigna: nuestra motivación es Colombia.
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No han sido meses particularmente fáciles. Estamos en medio de una pandemia que ha dejado más de 80 mil compatriotas fallecidos durante el último año. La pobreza se disparó al pasar de 17.4 millones de personas en 2019 a 21 millones de personas en 2020, lo que significa que 3.5 millones de personas más en 2020 vivieron con menos de 331 mil pesos mensuales. Lo anterior en parte, porque el número de desempleados creció de 2.6 millones de personas a 3.7 millones de personas, lo que representa un incremento de 1.1 millones de desempleados en tan solo 12 meses. La semana pasada, una de las principales agencias calificadoras del mundo le notificó a los inversionistas, que Colombia era un país riesgoso para invertir, lo que alejará a muchos de crear empresa en nuestro territorio y golpeará aún más la inversión extranjera directa que durante 2020 cayó un 46% y en lo que va de 2021 ha caído un 34% adicional. La parálisis de la economía ha exacerbado los ánimos de los colombianos quienes reclaman más del Estado, olvidando que el Estado somos todos.
El primer paso para salir de esta crisis interna es escucharnos. Hace pocos días, la Cámara de Representantes abrió sus micrófonos a voceros de la sociedad de todas regiones del país donde confluyeron académicos, gremios, estudiantes, representantes de los jóvenes, del Gobierno Nacional, de los diferentes partidos políticos, entre otros. Todos, sin excepción, manifestaron querer mayores oportunidades laborales, más educación, mecanismos de protección a los vulnerables y lo más importante: dejar de hacernos daño unos a otros.
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Pero no nos podemos quedar en un listado de peticiones sin objetivo alguno. Ahora nos corresponde actuar para salir adelante. Para esto, es fundamental que desde el Gobierno Nacional se acelere el proceso de vacunación para levantar las restricciones a la movilidad y recuperar la confianza, entendiendo que a nivel global la consecución de vacunas es un campo de batalla, no solo económico sino diplomático. Además de esto, durante la crisis, fueron notorias grandes falencias a las que les debemos prestar atención: conectividad, fortalecimiento del sistema de salud y el fortalecimiento de la cuna de muchos de nuestros problemas económicos y sociales y también de nuestros mayores orgullos: el campo colombiano.
No sacamos nada con pensar en la cuarta revolución industrial, si al campo colombiano no ha llegado la primera. Hace unos días radique con el acompañamiento de 38 colegas el Proyecto de Ley 545 de 2021C, que busca que los recursos de un fondo de fomento que existe desde mediados del siglo pasado, sean asignados hacia los pequeños y medianos productores agropecuarios en al menos un 50%, y no se desvíen casi que exclusivamente hacia los grandes. No porque no sean relevantes, sino porque el papel del Estado siempre debe ser velar por los más débiles.
Esta iniciativa inyectaría más de COP$ 7 billones de pesos a los pequeños y medianos productores del campo. Espero que desde el Ministerio de Agricultura y Finagro este proyecto sea acompañado. Es un paso concreto a las súplicas que de años atrás han quedado en evidencia en documentos tan elaborados como la Misión Rural.
En el país ya nos hemos escuchado. Ahora, es momento de sacar adelante las iniciativas que nos traigan bienestar y estabilidad de largo plazo. Nuestra motivación, es Colombia.