Por Víctor Manuel Salcedo
Representante a la Cámara Partido de la U.
Para gobernar en democracia se requieren acuerdos, solo los sistemas totalitarios, absolutistas, dictatoriales pueden prescindir de consensos. La consolidación de derechos y libertades, humanas, políticas y económicas precisa la necesidad de tomar decisiones equilibradas, libres de sectarismos y trampas ideológicas, decisiones no regresivas y que busquen incluir a la mayor cantidad de voces en el marco de un gran acuerdo.
El gobierno nacional en cabeza del Presidente de la República viene ambientando la idea de un gran acuerdo nacional, idea propia de la democracia, la cual no requiere de esfuerzos interpretativos, para evidenciar que en la idea misma se encuentra la necesidad de ceder y no imponer, de no observar enemigos sino aliados.
Colombia no ha sido ajena a la idea de un acuerdo nacional, quizás los más representativos han sido los procesos de paz desarrollados por distintos gobiernos, donde el país entero ha tenido que ceder y permitir, por ejemplo, participación política de quienes antaño empuñaban las armas contra el Estado y la población civil, permitir que miembros y simpatizantes de grupos como el M19 que participó en la planeación y ejecución de la toma al palacio de justicia hoy dirijan el país.
El país siempre ha sido generoso, ha otorgado perdón y aceptación, ha dado todo por alcanzar paz, progreso y desarrollo, en cierto sentido pasando por alto episodios dolorosos que han marcado la conciencia de la nación.
Resulta por lo menos paradójico que sea tan difícil para quienes han recibido perdón y nuevas oportunidades, que no tengan la capacidad de acordar, ceder y pactar. Quizás la nueva apuesta de acuerdo nacional sea la oportunidad de lograrlo, eso está por verse.
El gobierno nacional tiene frente así la oportunidad histórica de retribuir al país el hecho no menor de que por primera vez en la historia de la nación, la izquierda asume el poder, es el momento de materializar el discurso que por décadas forjo la esperanza de los ciudadanos en que algo distinto podría ser mejor.
Un acuerdo nacional significa entonces sentar a todos los sectores del país, a los empresarios, trabajadores, sindicatos, a los sectores sociales, a las etnias, partidos políticos y buscar consensos que se traduzcan en una agenda legislativa no impuesta más sí acordada y pactada.
Si como país hemos logrado acuerdos nacionales para alcanzar la paz, negociando con quienes tanto dolor y muerte causaron ¿por qué no será posible acordar un sistema pensional más equitativo que no afecte el equilibrio fiscal, legislación laboral que se ajuste a la realidad y no al pasado, justicia sin revanchas y persecución, educación de alta calidad, un sistema de salud donde lo público y lo privado se armonizan y complementan?.
No se trata de ser fiel a la ideología política y económica personal, se trata de ser fiel al interés general de la nación, al bienestar de los colombianos, a la posibilidad de un gran acuerdo nacional que descubra el camino del progreso y el cambio para Colombia.
