Por Dilian Francisca Toro Torres
Si hay una actividad deportiva que vergonzosamente refleja la brecha entre hombres y mujeres, es la práctica del fútbol. Si bien las jugadoras del balompié femenino del país ya han demostrado grandes logros dentro y fuera del país, todavía se percibe sobre ellas el peso del machismo, la discriminación, la desigualdad, la exclusión y hasta del acoso sexual.
Un ejemplo de ello es la polémica suscitada por el anuncio de la Dimayor de no realizar la liga femenina de fútbol en el segundo semestre de este año, los cual enciende las alarmas sobre el futuro de esta categoría deportiva en el país.
Esta triste situación que perjudica a nuestras jugadoras, sucede a pesar de que el Ministerio del Deporte y la Federación de Fútbol anunciaron dar importantes aportes para financiar la nueva temporada deportiva. Sin embargo, la Dimayor argumentó que no ha tenido respuesta de los clubes de fútbol para participar y que hasta el momento solo cuatro de ellos están dispuestos a hacer parte del torneo, lo cual haría inviable realizar una liga.
Por su parte, algunos de los dirigentes de los clubes han respondido que no cuentan con recursos para sostener a sus equipos femeninos, señalan que existe improvisación por parte de la organización de la liga y que no se justifica hacer un torneo que sólo duraría mes y medio.
En medio de la discusión están nuestras jugadoras, mujeres de todas las regiones del país quienes, con total convicción, entrega y muchos sacrificios, han dado lo mejor de sí para poner en alto los colores de nuestro país y ser reconocidas y valoradas tal como ocurre con el fútbol masculino. Tan solo en la liga realizada en el primer semestre de este año participaron 425 futbolistas. Ahora sus sueños y procesos deportivos se pueden ver truncados si no se busca una solución.
Incluso, equipos como el América y el Deportivo Cali que participarán en la próxima Copa Libertadores de América Femenina, se verían perjudicados al no contar con este torneo que les serviría de preparación para enfrentar ese importante compromiso.
Frente a este panorama, considero que las crisis deben servir para buscar oportunidades. Por eso creo que este es el momento para convocar al sector privado, al público, al Gobierno Nacional, a los entes territoriales y desde luego, a todos los actores del balompié femenino, para que cuente con una mejor estructuración y poder planificar de la mejor manera un certamen digno, que no solo brinde garantías a nuestras jugadoras, sino que sea sostenible en lo económico, deportivo y en lo social.
Entre las propuestas que se han dado desde el medio futbolístico está la necesidad de crear una División de Fútbol Femenina que cuente con su propia junta directiva y pueda buscar el respaldo de patrocinadores, como ocurre en la liga de hombres. También, contar con calendarios definidos que permitan la planificación de los equipos y que se les den garantías laborales a las deportistas. Además, es importante analizar y aprender sobre cómo funcionan otras ligas femeninas en países como México o Estados Unidos, donde existe gran avance.
Estoy convencida del poder que tiene el deporte en procesos de transformación social. En ese sentido, pienso que el fútbol femenino no debe ser visto sólo como un asunto de ligas profesionales sino, que dentro de los programas deportivos que se hacen desde el Estado, como los semilleros y escuelas de formación, sean tenido en cuenta como espacio para el empoderamiento y la equidad de género, un tema que siempre he defendido.
La lucha y logros de nuestras jugadoras debe ser una inspiración para muchas mujeres, en especial para muchas niñas, para que crean que sus sueños se pueden alcanzar superando las barreras que a veces la sociedad les impone por el hecho de ser mujeres.
A lo largo de casi cinco décadas nuestras futbolistas vienen luchando por ganar un espacio en una disciplina dominada por los hombres. Invito a los colombianos para que apoyemos a nuestras deportistas y así puedan practicar la disciplina que les apasiona de manera digna. El fútbol femenino no puede seguir siendo plato de segunda mesa.