Por Norma Hurtado Sánchez, Senadora de la República
En septiembre de 2022, la exministra de Salud, Carolina Corcho, aseguró que en el sistema de salud colombiano “tiene que haber una crisis explícita que le permita a la sociedad entender que se requiere el cambio”. El pasado 1 de febrero, la decisión de la Corte Constitucional de declarar como “bajo” el nivel de cumplimiento por parte del Ministerio de Salud en el pago de los presupuestos máximos me hizo recordar la frase de la exministra Corcho. ¿Están llevando el sistema hacia esa ‘crisis explícita’?
Las demoras injustificadas y la evidente negligencia del Gobierno nacional se evidencia en la falta de pagos de los presupuestos máximos, es decir, el dinero correspondiente a la atención de pacientes con enfermedades huérfanas o crónicas que reciben costosos tratamientos que no están incluidos en el Plan de Beneficios en Salud (PBS). Este incumplimiento no solo agrava la profunda crisis financiera que atraviesa el sector de la salud actualmente, sino que afecta directamente la atención médica de calidad y la protección del derecho fundamental a la salud para miles de pacientes.
En la Comisión Séptima del Senado he participado en varios debates de control político en los que he advertido el grave riesgo de que nuestro sistema de salud colapse. La vida y la salud de estos pacientes están en juego, y es imperativo que el Gobierno tome medidas inmediatas para rectificar esta situación. La negligencia por parte del Ministerio de Salud en el pago de estos recursos al sistema de salud es inexcusable. Debemos recordar que detrás de cada decisión política relacionada con la salud hay vidas humanas en juego. La salud y la vida de los pacientes no son negociables.
¿Qué sería de los pacientes que sufren enfermedades crónicas sin la reciente orden de la Corte Constitucional al Ministerio de Salud de ponerse al día en el pago de los presupuestos máximos? Desde el Senado estaré vigilante de su cumplimiento. Es hora de que el Gobierno nacional demuestre su compromiso con la dignidad y el bienestar de todos los ciudadanos, especialmente de aquellos que enfrentan las enfermedades más difíciles y desafiantes. Con la salud y la vida de los pacientes no se juega.
