Por Víctor Manuel Salcedo Representante a la Cámara
Si algo distingue al gobierno del cambio, es la oratoria. Al parecer desde casa de Nariño entienden gobernar solo como el ejercicio de la retórica, no como la gestión eficiente de recursos públicos, la puesta en marcha de programas y proyectos, la solución de problemas sociales o la garantía de paz y orden en el territorio.
Lo que más podrá recordar el país del actual gobierno no son los resultados en gestión pública, son las célebres frases del presidente atacando la prensa, criticando y señalando la ideología política de un hombre negro, y lo peor la continua referencia a uno de los capítulos más oscuros de la humanidad para señalar a sus contradictores, el fascismo. Todo ello en medio de supuestos intentos de golpe de estado, planes de asesinato, revoluciones, constituyentes, mafias, etc.
Al parecer para demostrar esa gran capacidad retórica, el gobierno a tomado la costumbre de emitir alocución presidencial los domingos en la noche, bueno fuera que este espacio se constituyera en un instrumento de paz, unidad y reconciliación, donde el líder de la nación promueve la armonía y el respeto, pero todo lo contrario, se ha convertido en la tarima perfecta para incluso repetir discursos ofensivos, estigmatizantes, como aquel inolvidable donde el presidente llama muñecas de la mafia a las mujeres periodistas del país.
Con solo discursos y alocuciones el país no saldrá adelante, menos cuando son fuentes de conflicto, odio y división. Si gobernar fuera tan fácil como pararse y hablar o sentarse y publicar en X, los problemas de Colombia hace dos años que estarían resueltos o por lo menos se observarían avances, pero gobernar es mucho más, asuntos como el económico lo demuestran, pues una mala administración tendrá como principal evidencia el decrecimiento económico, el déficit fiscal, la baja inversión y el bajo recaudo.
Gobernar es mucho más que buenas intenciones, esperanzas o sueños de un país ideal presentadas en una alocución de domingo en la noche, gobernar es dejar el modo campaña y asumir el rol de dirección, coordinación y ejecución.
Colombia no necesita más retorica, necesita menos charla y más trabajo, que los hechos hablen más que las palabras, que los resultados sean el verdadero legado, que las narrativas sean las de unión, fraternidad y progreso.
No necesitamos un gobierno en modo alocución, necesitamos un gobierno eficiente, que honre el mandato ciudadano al que tanto le gusta acudir para legitimar sus actuaciones.