Por José David Name Cardozo, Senador de la República de Partido de la U
La delicada situación de inseguridad que hoy registra la ciudad de Barranquilla y su Área Metropolitana demanda un abordaje integral. El aumento de homicidios y extorsiones en la capital atlanticense da cuenta de un creciente fenómeno frente al cual todos los estamentos de la sociedad civil tenemos la obligación de reaccionar en defensa de nuestro futuro y como apoyo irrestricto a la autoridad legítimamente constituida.
Pese a los esfuerzos de las autoridades distritales y del Área Metropolitana de Barranquilla por controlar y reducir la violencia homicida, las cifras continúan al alza. Durante este año en la ciudad de Barranquilla se han registrado 266 homicidios, en Soledad 118, en Malambo 42, en Puerto Colombia 8 y en Galapa 8, un total de 442 víctimas. Solo en los primeros 15 días del mes de agosto se presentaron 43 asesinatos en Barranquilla y su área metropolitana y 4 en el departamento. Lo que ubica a la ciudad en el deshonroso puesto de la segunda capital con más homicidios en Colombia.
La colosal problemática, que se ha convertido en uno de los grandes lunares de la actual administración distrital, se está desbordando. El crimen organizado que venía, desde hace años, haciendo escuela en Barranquilla y su Área Metropolitana, ya está graduando a sus estudiantes. La falta de políticas sociales efectivas han multiplicado los problemas de violencia, microtráfico, sicariato y hurto.
La extorsión es una de las principales actividades delictivas elegida por estas mafias para causar terror entre los tenderos y comerciantes del Atlántico. Un flagelo que se ha vuelto imparable. Ni las labores de inteligencia y ni la reciente creación de los dos cuerpos élites: el Grupo Unificado para la Libertad Personal de la Mebar (Gaula Mebar) y el Grupo Élite Contra el Crimen han logrado una reducción significativa de los delitos de extorsión y homicidio.
Casos de atracos, fleteos, homicidios y extorsión, están a la orden del día, sumando a diario nuevas víctimas. Este es el resultado de la proliferación de las mafias criminales en el departamento y el fortalecimiento de la asociación entre la delincuencia común con peligrosas y estructuradas organizaciones criminales. De acuerdo con la Oficina de Seguridad y Convivencia Ciudadana del Distrito, la alta cifra de homicidios se debe a la guerra de al menos 6 grupos criminales, entre los que se encuentra el ‘Clan del Golfo’, ‘Los Costeños’ y las ‘Autodefensas Conquistadores de la Sierra Nevada’.
El panorama de seguridad en Barranquilla es altamente preocupante, recientemente fueron instaladas cuatro banderas alusivas al Clan del Golfo, alertando sobre la conformación de nuevas alianzas y guerras criminales. En una entrevista en el diario El Heraldo, el general José Luis Ramírez Hinestroza, jefe nacional del servicio de Policía, aseguró que “habría una nueva confrontación criminal en la que, al parecer, se ha generado una alianza entre grupos delincuenciales, por ejemplo: ‘los Papalópez’, los ‘Rastrojos Costeños’ y ‘los Costeños’, con el fin de sostener zonas de control ante una expansión del grupo armado organizado del Clan del Golfo”. Palabras más, palabras menos, esto apenas va a explotar. ¡Dios nos guarde!
La lucha contra la criminalidad constituye hoy el mayor desafío de las instituciones establecidas. Alcaldía, Fuerza Pública y Fiscalía, tienen que multiplicar sus esfuerzos contra la inseguridad y evitar que la ciudad se siga desangrando y saliendo de las vías por culpa de los grupos criminales. Hay que arreciar la ofensiva contra todo tipo de organizaciones delictivas que se encuentra haciendo de las suyas en Barranquilla y su Área Metropolitana. Si estamos en el proceso de buscar la paz con la guerrilla, la Fuerza Pública tiene que profundizar su papel contra el crimen organizado, contra las bandas que tienen a nuestra sociedad infectada por la criminalidad.